7 oct 2010

Fantasía # 2

Medianoche. Un motel barato al costado de la ruta. Llueve. La lluvia cae en mi lentamente y en lo único que pienso es en él. Me mira, lo sigo caminando rápido hasta la entrada del Motel. Llegamos a la habitación, apenas entro me toma entre sus brazos y  me besa con la calentura acumulada del viaje en auto de dos horas que hicimos para escaparnos de su esposa y de mi marido.



Estamos empapados, la luz tenue ilumina la habitación con un toque de burlesque y me preparo para lo que va a pasar. 
Me agarra y me da contra la pared de un tirón, levanta mi pierna y me desviste suavemente como en un ritual en el que se toma todo el tiempo necesario para ver como mis ropas caen lentamente al piso, develando mi desnudez.

Intento desvestirlo pero no me deja, me detiene porque quiere observar mi torso desnudo, mis pechos turgentes y voluptuosos, yo me dejo y miro como lentamente baja y me lame el cuerpo. primero el cuello, luego mis tetas listas para la acción, erectas esperando que me las coma de una vez, el se acerca cada vez más y toma una entre sus manos mientras me chupa, besa y lame mi otra lola, no puedo más del éxtasis que siento.

Me baja la pollera un poco y me saca la ropa interior, me toca la concha lentamente para que me caliente lo suficiente para comenzar. Me deja sacarle su ropa y terminamos desnudos contra la pared.
 
Estoy tan mojada que no resisto la tentación de que me penetre con su miembro tan grande y poderoso que me dan ganas de tenerlo para siempre adentro mio. Llega el momento y me penetra suavemente por unos minutos y luego me cabalga sin parar arañando mi espalda de placer, yo lo sigo y me prendo de su cuello, tiro su pelo y lo beso largamente.
 

Me pone de costado y seguimos cabalgando sin parar! Un orgasmo, dos, tres, sin parar. El me dice te gusta perra? y le respondo que me encanta.
 
Ahora soy yo la que me monto encima de él y se enloquece con la vista, mi cintura de abispa lo desconcentra y mis lolas rebotando sin parar hacen que pierda la razón, seguimos un rato así.

Se sienta en la esquina de la cama y me monto encima de el, es la cabalgata mas hermosa que alguna vez viví.
 
 
Me da vuelta, besa mi espalda mientras toca mi conchi y mis lolas, yo me mojo cada vez más, no lo puedo evitar, lo que él me calienta no me calienta nadie!
 
 
Terminó y yo sigo sudando de placer y de ganas.
 
Vamos para el baño y seguimos besándonos como si fueramos dos chiquillos enamorados, me enjabona la espalda, yo le lavo su pija y después del baño lo dejo descansar unos minutos para volver a empezar, pero esa es otra historia que otro día les contaré.


 

2 oct 2010

Fantasia # 1

Esta es la historia de mi mayor fantasía.
 
En una cálida tarde de otoño iba caminando por la calle pensando en tener sexo, como siempre.
Decidí entrar al bar más próximo a tomar algo y lo vi. Alto, grandote, facciones definidas, tal como me gustan a mí.
 
Prendí un cigarro, pedí un whisky importado y me senté en frente de él.
 
No le podía sacar los ojos de encima y de eso, el se dio cuenta enseguida.
 
Vino a mi mesa y se sentó a mi lado. Me das fuego- me dijo.
 
Encendí su cigarrillo mirándolo a los ojos fijamente y me dijo que vas a hacer ahora?
 
Tomarte. Le conteste.
 
Resulta que el dueño del bar era amigo suyo, entonces nos dejó solos, completamente solos.
 
Solo él yo y las bebidas.
 
Me tomó de la cintura y me subió arriba de la barra sin dudar.
 
Me besó fuertemente, con la pasión con que yo me lo imaginé y yo le correspondí.
 
Rasgó mis ropas de un tirón y lo desnudé rápidamente, clavando mis uñas en su pecho.
 
Comenzo por tocarme la pierna y lentamente subió hasta mi entrepierna con sus dedos mágicos, haciendo maravillas por donde pasaba.
 
Hundió sus dedos en mi conchi y hasta el fondo no paró. Yo gritaba de tanto gozar y mientras le clavaba las uñas en la espalda.
 
Agarré su pija entre mis manos y suavemente la empecé a acariciar.
 
El se aburrió de tocarme y me dijo: Diosa, ahora si vas a gozar! Y bajo a chupar suavemente al principio, más rápido después mi conchi totalmente depilada, que lo esperaba impaciente.
 
Se concentró unos minutos en mi botoncito mágico (clítoris) y de tanto gemir creí que moría, morí de placer y el seguía, después hundió su cara de macho en mi pussy y con su lengua hizo cosas inimaginables. Dibujó círculos, letras, para arriba, abajo, a los costados, me sopló, me mordió, me pellizcó, no quedó cosa que no me hizo.
 
Gritéee, a más no poder y el gritaba por mi alzadura.
 
Después de diez orgasmos seguidos le dije, es tu turno de disfrutar, papi.
 
Bajé lentamente por su pecho hasta llegar a mi Gran Tesoro: su dick. Era tan grande que creí que no iba a entrar en mi boca.
 
Empecé tocándolo suavemente y después cada vez más rápido, sólo le pedí una cosa: No te acabes. El obedeció.
 
Le lamí el tronco, la base, la cabeza, las bolitas, todo y el gritaba de tanto placer.
 
Me la metí hasta el fondo, toda, si todita, y lo miré para ver la expresión que tenía y me di cuenta que no aguantaba más. Asi que me le trepé de un salto y pude sentir toda su pija adentro mio, subiendo y bajando, para atrás y para adelante. Me tiraba del pelo y yo saltaba arriba suyo, empapada en sudor.
 
 
Le tire del pelo, mordí su cuello, se lo chupé, luego bajé lentamente hasta llegar a sus tetillas y se las mordí despacito, despacito para luego chuparlas como a él le gustaba.
 
Enseguida lo agarré de la cabeza y lo besé tan apasionadamente que nuestras lenguas fueron una sola y se fundieron en deseo.
 
Le mordí los labios con mucha fuerza, le mordí las mejillas, las orejas, mientras tanto me hacia suya de una manera inimaginable.
 
Me daba tan fuerte que creí que iba a explotar, seguía y seguía sin parar.
 
 
Habían pasado veinte minutos desde que estaba adentro mio, y el goce era total. Lo mire a los ojos y le dije, ahora agarrate.
 
Lo tiré arriba de la mesa y me le subí arriba y comencé a montarlo despacito tres veces, fuertísimo después. Pude ver que le encantó.
 
Arañé su pecho y nos fundimos en un abrazo que pareció eterno, mientras llegábamos juntos a un orgasmo excepcional.
 
 
Terminamos.
 
Me vestí, se vistió, y me fui, deseando volver a encontrármelo en otro bar para gozar de otras dos horas de sexo desenfrenado.